La práctica de Ashtanga ha tenido un repunte en los últimos años, es muy común ver escuelas enfocadas únicamente a la enseñanza de su método por ser uno de los linajes más tradicionales del yoga. El ashtanga es muy particular porque es una serie que está constituida por una secuencia de posturas que van, progresivamente, preparando el cuerpo para que realice la siguiente de la lista. Sin embargo, también es una práctica muy demandante a nivel físico que si no se practica de manera correcta, y con la preparación adecuada, puede derivar en diferentes lesiones. Esto nos deja con dos alternativas, o nos obliga a parar, o, por lo que yo me decanto: nos hace modificar las posturas para poder continuar.
Para explicarles mi visión del Ashtanga yoga, debo partir de este cuestionamiento: si la secuencia en sí, está planeada para que cada postura sirva como antecesora de la próxima, ¿entonces por qué hay tanta gente lesionada con el ashtanga?
No hay una sola respuesta a esta pregunta y las causas pueden ser diversas, sin embargo algunas que hay en común son:
1) Pensamos que conseguir el mayor número de posturas o hacer la serie completa es el objetivo de la práctica
2) No nos damos el tiempo necesario para preparar el cuerpo para cada una de las posturas
3) No escuchamos a nuestro cuerpo cuando empieza a darnos señales de molestias y seguimos practicando
4) Los ajustes que recibimos no son los correctos y nos exponen a un rango de movimiento en el cual estamos vulnerables a una lesión
Es importante recalcar que lo más importante del ashtanga, no es alcanzar las posturas a un nivel de perfección absoluta, lo importante de esta práctica es enfocarnos en la disciplina de ir a nuestro mat el mayor número de días posibles; aunque sólo sea para sentarnos o tumbarnos en savasana. Esa disciplina que se cultiva a través del ashtanga, es la que nos ayuda a enfrentar la vida de una mejor manera y la que brinda los verdaderos resultados del yoga.
En esta práctica también es importante la relación que establecemos con nuestro maestro. La relación alumno-maestro hoy en día ha cambiado a como se vivía anteriormente en India, donde el maestro daba las instrucciones y el alumno no cuestionaba nada. Si bien es importante mantener una actitud receptiva las indicaciones del profesor, también necesitamos tener la confianza y la madurez de expresar nuestras dudas de una manera que nos ayude a seguir creciendo en nuestra práctica personal (como en la mayoría de las relaciones, si no cuestionas, no aprendes).
Es importante comentarle a tu maestro si tienes alguna molestia en alguna postura, si de pronto las postura o la práctica está perdiendo sentido o si tienes cualquier duda relacionada con tu práctica. Como maestros, es probable que no tengamos todas las respuestas, porque estamos en constante aprendizaje como tú, pero buscaremos siempre la mejor manera de resolver tus dudas y seguir cultivando la semilla del yoga, esa es la parte que sí nos corresponde sin cuestionamientos.
Para mí, la práctica de ashtanga no tiene que ser causa de lesiones, ¡al contrario! Debería de ser algo que contribuya a un bienestar integral como personas. Un recurso que nos ayude a enfocarnos en nuestra respiración, que nos permita centrar la mente y que nos brinde un cuerpo capaz de realizar las actividades diarias de una mejor manera.
Te invito a que pruebes esta practica conmigo de una manera segura para que puedas disfrutar del yoga para toda la vida.