Cuando nos proponemos una meta, queremos ir a por ella y algunas veces nos obsesionamos tanto por el resultado que nos olvidamos del esfuerzo y la dedicación que hemos invertido. Con frecuencia, perdemos el control y nos saltamos algunos pasos para ir más rápido, tomando atajos que solo nos alejan de lo que realmente debería ser nuestra meta: aprender del recorrido.
En esta oportunidad, quiero hablarles de las asanas que vemos con tanto anhelo que nos forzamos para lograrlas aunque aún no estamos preparados, y lo único que obtenemos de la prisa es una lesión que detiene nuestro trayecto natural.
Parte de lo que el Yoga nos enseña, o que deberíamos aprender, es a entendernos a nosotros mismos, a respetar nuestros momentos, a aceptar nuestras limitaciones, y a ser pacientes con nuestros procesos dentro y fuera de la práctica física. Yoga también es comprender que el tiempo que tardamos en alcanzar una postura, es totalmente individual, no admite comparaciones con los demás compañeros.
La aceptación de este proceso nos permite manejar de forma eficaz y controlada el estrés y la ansiedad. Los invito a que observemos detenidamente nuestro viaje, y por supuesto, a disfrutarlo paso a paso y sentir esa gratitud y tranquilidad cada día, sin esperar un resultado. Pues poco a poco entenderemos que cuando llegamos a lo que considerábamos una meta, esta no es más que una nueva posibilidad para seguir trabajando.
El disfrutar del camino está por completo en nuestras manos, la actitud que tenemos ante la práctica también es yoga.
Namaskar Ji.