Quienes llevamos algún tiempo en el mundo del yoga, sobre todo si hemos pasado por la tradicional Ashtanga, tenemos registrado que las lunas afectan nuestra rutina. Ni en luna nueva, ni en luna llena se practica la serie. Si en cambio, tu práctica es vinyasa, notarás que las secuencias, aunque no se suspenden, se transforman durante estos días, ¿pero por qué?
Antes de dar la explicación, advertiré que esta costumbre viene de las tradiciones del yoga y no hay estudios científicos que la avalen, que también depende mucho de las sensaciones de cada practicante y de su propio cuerpo para decidir si hace caso o no a lo que sucede en el cielo.
Lo que sí es una realidad comprobada, y ahí es donde se sustenta la tradición, es que la luna afecta las mareas; durante la luna llena el nivel del agua sube y durante la luna nueva, baja. De ahí que se crea que lo mismo sucede con el cuerpo y puesto que se compone mayormente de agua. Recomiendan dejar de practicar durante la llena porque las articulaciones están “falsamente” hidratadas y flexibles, en consecuencia las sobrecargas y las llevas a extremos que no deberías con ese rush de energía de la luna. Mientras que durante la fase nueva, el nivel de agua de tu cuerpo baja y las articulaciones se “secan” (sí, todo en comillas porque no pretendo que lo asumas como una verdad, sino que bajo tu criterio atiendas a tu cuerpo), una articulación poco hidratada se lesiona con más facilidad.
Aunque en vinyasa, el consejo no es tan radical como dejar de practicar, las clases se hacen más concienzudas, buscando entrega, acoplando al cuerpo a ese final o inicio de ciclo que la naturaleza nos dicta. Particularmente, me gusta tomarlo de esta forma, a manera de metáfora. Dejando que sean estos dos momentos del mes los que me recuerden por qué y para qué estoy practicando. Me permito secuencias más fluidas, alejadas de la fuerza y el reto para dejar que los cuerpos se suavicen y que la mente los acompañe.
Más allá de creer o no en que la luna cambia la forma en la que tu cuerpo siente, úsala como excusa para reconectar con lo natural, para salirte de la rutina de siempre, y date la oportunidad de abrirte a finales, abrirte a comienzos.